Escribir y esperar.
He sido testigo de cómo el tiempo carcome los lazos que —con mucho o poco esfuerzo— hemos ido construyendo. Familia, amigos, pasiones y amores peregrinos; cada una de esas cosas, el tiempo las termina —o las terminará—.
En algún momento, llegamos a la realización que lo único que nos queda somos nosotros mismos. El último vestigio de lo que ha sido, de lo que es, de lo que podría o pudo haber sido, yace en el fondo de nuestra memoria.
Pienso en ella con frecuencia, tal vez la pienso más en un día de lo que ella me ha pensado desde que nos conocimos. No es un reproche, solo hago constancia —no me consta, pero bien podría ser—. En el fondo —muy en el fondo— tengo la esperanza de que ella me piensa más de lo creo —o de lo que realmente lo hace—, tal vez tenga que ver con esta situación humana de aferrarnos a la vida.
No digo que ella signifique mi veredicto sobre la vida o la muerte, solo creo que la razón de aferrarme a quién soy yo es, de alguna manera, ella. De esa manera —imagino— no depende de nadie más que de mí si ella existe o no en mi mundo.
De alguna manera, lo que pienso de ella dice más de mí que de ella. Verme en el espejo y reconocer mi reflejo es un indicativo de que ella sigue en mí, de que sigue aquí.
Antes me preocupaba sobre si ella regresase o no, sobre si la volvería a ver, cuánto tiempo tardaría antes de encontrarme en sus ojos; cuando regresaba, me preguntaba si por fin se quedaría; cuando se marchaba, me perdía en la incógnita de si "esta vez fue la última vez".
No sé cuánto tiempo tendré que esperar antes de que mis manos gélidas vuelvan a calentarse en su piel, pero ya he esperado antes. Así que haré lo que he hecho todo el tiempo, escribir y esperar.
No sé si soy una buena persona, pero trato de serlo —no siempre tengo éxito—, y tal vez —solo tal vez— esa es la clave. Si lo único que me queda de ella habita en mí, creo que no es una mala idea mejorar esa habitación.
Me gusta creer que ella sigue aquí y que, mientras me quede aliento, aquí se quedará. Con eso y todo, no pasa un día en que no la extrañe.
En portada: Lady Bird - Greta Gerwig (2017)
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